La orfebrería es el trabajo artístico realizado sobre utensilios o adornos de metales preciosos, o aleaciones de ellos. Y la platería, aquella orfebrería realizada en plata de ley. Con el oro y
la plata se fabricaban ya desde la prehistoria utensilios muy variados como vasijas, piezas de adorno, joyas, monedas, estatuas siguiendo el estilo, la ornamentación y el gusto propios de cada
época. Entre todos los elementos propios de la orfebrería y platería religiosa destacan los elementos litúrgicos de altar como candelerías y ánforas, la cruz de altar, atriles, sacras,
incensarios, etc. Además, de plata también se fabricaron enseres piadosos de la vestimenta de la Virgen como los rostrillos o rosarios y atributos como varas de regir, cetros y coronas. Las
piezas más antiguas del museo aracelitano, propias del ajuar de la Virgen, se realizaron en plata de ley, siendo común recubrir algunas partes de dichas piezas o la pieza completa con
una fina lámina de oro mediante una técnica basada en la amalgama con mercurio.
Del siglo XVII encontramos el famoso templete de plata que cinceló en 1628 Martín Sánchez de la Cruz, para las fiestas y romerías de la Santísima Virgen de Araceli, prototipo que fue de andas para otras imágenes marianas de Andalucía. Son de esta época el atril cincelado, la cruz de altar y el incensario, retirados hoy del uso habitual. Del siglo XVIII son la mayoría de los elementos de platería de la Virgen, incluyendo la urna de la demanda rica.
Expuestas también en las vitrinas de la Casa de la Virgen hay algunos elementos del servicio de altar, tales como sacras, cuadros de indulgencias, y una extensa colección de cálices de diferente época, entre ellos aquel que sirviera a Fernando Ramírez de Luque, firme defensor del patronato aracelitano. Junto a estos elementos hallamos una amplia serie de ánforas agallonadas de orfebrería, realizadas en talleres locales a mitad del siglo XX, propias del adorno del presbiterio o del trono. Se muestran también distintos báculos de la Virgen, utilizados en la Bajada, así como las varas de regir de la Junta de Gobierno, realizadas en metal plateado, excepto la del hermano mayor, en dorado.
De orfebrería también, se reestrenó, para las Fiestas Aracelitanas de 2003, el magnífico dosel de estilo neogótico, realizado con el antiguo trono de la Virgen, de finales del XIX, así como todo el amplio repertorio de candelería, jarras y ánforas compañeras.
El rostrillo que adorna el rostro de María Santísima de Araceli, en las grandes solemnidades, data de 1765 y fue realizado por el afamado artífice cordobés don Francisco Bermúdez. Su ejecución costó 80271 reales y se entregó, además, una gratificación de 1500 reales. Sus hechuras se tasaron en 21000 reales.
De 1776 es el precioso cetro, reservado también para los días centrales de las fiestas Aracelitanas, por el que se abonó un importe de 6000 reales. De elegante hechura y a juego con el rostrillo, en sus lados se puede leer “Capellán D. Juan Guerra.- Dipuetado D. José Domínguez.- Artífice Juan José Cañete.- Año 1776. Córdoba”.
Se exponen en la Casa dos grupos de candelabros, los más antiguos, de plata, muy deteriorados por su uso, son del siglo XVIII y otros más modernos y típicos de Lucena, elaborados en bronce de mitad del siglo XIX.
Desde 1864 la cofradía dispone para su solemnidad principal de cuatro grandes blandones cincelados y plateados, aproximadamente de un metro ochenta centímetros, que flanquean a la Virgen de Araceli en el presbiterio. De 1801 son dos preciosos ramos de plata que suelen colocarse junto a Ella, piadosa donación de los trabajadores del campo.